Basta de Seahawk, te vas a Noble Carl Norberg.

Una vez que terminamos el pozo, y sin previo aviso, entró un vago en nuestra unidad y me tiró la noticia: te está esperando un barco ^afuera^, a lo que yo contesté para mis adentros: me están jodiendo! Bueh, salí como loco hacia mi habitación, empaqué tratando de olvidarme la menor cantidad de cosas posibles, y salí.

Afuera me estaba esperando el operador de la grua y un par de roustabouts (obreros de cubierta) para meterme en lo que llamamos canasta. Ésta es una superficie circular rodeada por sogas en forma de red que al ser levantada por la grua toma la forma de un conito de dulce de leche. Antes de que eso ocurra uno debe pararse en el borde y aferrarse a las redes como a la vida misma, porque caerse de 40 m al medio del mar o peor, embocarle al barquito que está abajo no debe ser lindo. Para nada.

Una vez en el barco -en el cual era el único pasajero- empecé a hacer sociales y me enteré por ejemplo que estos locos que trabajan llevando cosas o gente de plataforma a plataforma no pisan tierra en tres meses.

Al acercarnos al rig, la llama de venteo me parecía cada vez mas pequeña, dejando de impresionarme como al principio lo hacía. Hasta que estuve bajo ella.

El calor que tira ese fosforito, mamá!!!

De día es casi imposible andar por la cubierta sin transpirar copiosamente, debe levantar la temperatura ambiente -alta de por sí- unos diez grados.

En este lugar me iba a encontrar con una sorpresita.